miércoles, 30 de abril de 2008

Gente trabajando para la gente

Dijeron que:

“La libertad del otro amplía la mía hasta el infinito…”

Había una vez una fábrica.
Máquinas-operarios-manufacturas-directivos-desarrollo-producto-costo-beneficio-productividad
-oferta-demanda-velocidad. Eran mil personas haciendo mil kilómetros de tela por mes y sin embargo estaba nutrida de un espíritu artesanal. Lo que allí ocurría era algo transmitido de generación en generación, una fuente argentina de trabajo que daba vida a buena parte de la colectividad de Monte Grande y se extendía al resto del país a través de las múltiples actividades que las industrias textiles generaban.

El taller de mantenimiento de esta fábrica estaba situado en la localidad de Llavallol, Provincia de Buenos Aires, zona de industrias, campos y agriculturas. Históricamente Llavallol fue un lugar tranquilo y laborioso, resguardado por una distancia prudencial del monstruo de la Capital Federal.
Est
e espacio un día de 1988 fue abierto por el arquitecto Joaquín Amat a la experimentación y a la creatividad convocando a un heterogéneo grupo de artistas y gente de la cultura para que junto con técnicos y obreros diseñaran proyectos en común. La consigna era: “Un lugar donde el arte se manche de grasa, y el trabajo recupere su capacidad creativa”

Había una vez un Expreso.
Salió hace muchos años. Con intenciones de paz y libertad, refugió, contuvo, agrupó… imaginó.

La Usina de Proyectos: El Expreso Imaginario rompió sus fronteras de papel en busca de otros lugares donde materializar sus fantasías y lo encontró en los fabulosos talleres de esta fábrica con máquinas y gente altamente especializada para manejarlas. De toda esa alquimia nació “La Usina de Proyectos” que por un lustro generó diversos frutos, desde invernaderos que superaban en diseño a modelos extranjeros, hasta la cooperativa de alimentos que ayudó a superar los peores periodos de hiper-inflación. Fundamentalmente lo que ocurría allí eran… encuentros

El taller era un éxito y nada parecía detener su crecimiento, pero lamentablemente no entraba en los planes globalizadores del FMI que habían condenado a muerte al aparato productivo argentino con las trágicas consecuencias que aún hoy sigue padeciendo nuestra sociedad.

Así fue que en el año 95, ese coloso industrial que durante 60 años significó Amat, se desmoronó. Todo parecía perdido. Pero el pequeño grupo de Llavallol decidió resistir.

Joaquín, desprendiéndose de su rol de directivo, se puso codo a codo con los obreros para la recuperación de la fuente de trabajo. Y en menos de seis meses se logró que la Justicia levantara la quiebra, devolviendo las instalaciones sin luz , ni agua, ni gas, seguros así de que sería imposible que se pusiera nuevamente en funcionamiento y de esta manera poder repartirse el botín millonario que como cómplices necesarios la piratería les tenía asignado. Pero se equivocaron. Con apenas 200 operarios, funcionando en forma cooperativa, lentamente, no solo se pusieron todos los sectores en funcionamiento si no que se creó una Colonia de Vacaciones para mas de 100 pibes durante los cuatro meses estivales, con desayuno y almuerzo gratis. También se creó un servicio médico de emergencia, una farmacia con medicamentos básicos y muchos otros logros.
Se convirtió en una de las primeras fábricas recuperadas. Un presagio de las FaSinPat

(fábricas sin patrones ). Todo esto a despecho de amenazas, incluso un asalto de un grupo comando con armas largas...

Así se resistió durante cuatro heroicos años con amplio apoyo de la comunidad en un rango solidario que abarcó las mas diversas instituciones, extendiéndose hasta la murga “Los Caprichosos de Llavallol” o integrantes del grupo heavy metal Hermética. El proyecto de reconversión de la fábrica tuvo amplísima repercusión en los medios y fue declarado de Interés Municipal, de Interés Cultural y de Interés Provincial. Pero de nada sirvió tanto interés. Luego de cuatro años, en el año 2000, la fábrica fue rematada a un precio vil. Cabe destacar que el síndico, solamente de honorarios, se llevó un millón de pesos (dólares en ese momento), exactamente la tercera parte de los 3 millones recaudados en el remate. A los trabajadores, por su parte, solo les tocaron menos de mil pesos por cabeza luego de veinticinco años de trabajo.

¿Fin?

No. No era justo que esta historia se detenga con el cierre de la fábrica.

En esta esquina donde comenzó esta historia hace veinte años, y que milagrosamente quedó en pié, hoy volvemos a retomar el viejo proyecto del viaje en el EXPRESO LLAVALLOL, esta vez como Centro Cultural.

Por todo esto, este 1° de Mayo del 2008 lo elegimos como una fecha ideal para retomar la lucha, a pesar de todo y contra todo.

Por los sueños que nos robaron, por los sueños que nos mutilaron, va este sueño que retomamos por asalto.


La gente de la esquina

domingo, 27 de abril de 2008

Antecedentes de la lucha

Notas sobre la lucha de la textil AMAT Monte Grande

MILAGRO EN MONTE GRANDE
Publicada el 11/1/98 en Diario La Nación


Esta es la historia de un puñado de locos. Empieza con una mujer a punto de llorar. -Nosotros amamos este lugar, por eso queremos que vuelva a ser grande, que quede para nuestros hijos. Son las siete de la mañana. El cielo reverbera de calor en Monte Grande y la mujer levanta el mentón con empaque mientras se refriega las manos, ásperas.

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viernes, 11 de abril de 2008

La revista: El Expreso Imaginario

¿Una revista o un sueño?. El sueño de unos jóvenes que empezaban a vivir en una época en la que no les estaba permitido vivir. De la mano de Jorge Pistocchi crearon un espacio donde las ganas de cambiar el mundo, el cuidado del medio hambiente y la paz eran ideas comunes en cada una de las ediciones.
A todo esto se sumaba el rock, una expresión de deseo y de bronca de los que habían crecido con pantalones cortos y se ponían los largos para decir: "esto es lo que quiero, esto es lo que hago".
Música, películas, arte. Todo crea el marco perfecto para intentar algo, para pensar algo, en un momento en que pensar era muy peligroso.
Cuando uno pone un Expreso Imaginario en sus manos puede asistir a la más clara defensa de las cosas que fuimos destruyendo con el paso del tiempo y lanzar exclamaciones del tipo: "¡Mirá lo que decían del agua potable en el mundo!" o "¿Ya se hablaba de terapias alternativas?"
Sus hojas gastadas guardan la pasión de muchos. ¿Se acordarán de ella los jóvenes de 50? Tal vez el tiempo haya hecho con los corazones de muchos lo mismo que con las hojas, pero...
siempre habrá alguien...
siempre estaremos...

Enlace
www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota